Ejercicio físico; una ‘polipíldora’ para trasplantados de médula ósea

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Ejercicio físico

El ejercicio físico mejora parámetros funcionales esenciales, antes y durante el injerto, y su influencia se alarga en el periodo poshospitalario. 

El trasplante de progenitores hematopoyéticos (TPH), conocido también como trasplante de médula ósea, es una estrategia terapéutica que se aplica para diversas neoplasias hematológicas, con distintas modalidades y esquemas terapéuticos.   
En conjunto, desde que se planea y hasta su seguimiento y  control posterior, es un procedimiento de gran complejidad que consta de distintas fases programadas. Una de ellas, la del ingreso hospitalario, es prolongada y no está exenta de potenciales  complicaciones que pueden mermar la capacidad física del paciente, un factor al que los profesionales otorgan esencial importancia, tanto antes del trasplante como posteriormente.

«El ejercicio físico se define, en muchos estudios e investigaciones, como una ‘polipíldora’ por los múltiples beneficios que ejerce sobre el paciente trasplantado. El ejercicio terapéutico, adecuado y diseñado en función del tratamiento y las características de cada paciente, no sólo puede reducir la fatiga inducida por el cáncer, favorecer la metabolización de la medicación y mejorar la adherencia al tratamiento quimioterápico.

Su influjo positivo se extiende al sistema muscular, las funciones respiratoria y cardiovascular y al refuerzo de la función inmune, sin olvidar el apoyo que supone frente al estrés o la depresión en este tipo de enfermos», según Antonio Chamorrocoordinador de Fisioterapia, Terapia Ocupacional y Estimulación del Hospital Álvaro Cunqueiro, de Vigo.

Ejercicio físico; una 'polipíldora' para trasplantados de médula ósea

El profesional ha participado en la presentación de la Guía de Ejercicio Terapéutico para Pacientes Trasplantados de Médula Ósea, que se ha presentado a los profesionales en la Reunión Anual del Grupo Español de Trasplante Hematopoyético y Terapia Celular (GETH), entidad perteneciente a la  Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH), que se está celebrando en Málaga.

En 2021, y según la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), en España se realizaron 3.610 TPH, lo que supone un incremento del 7% con respecto a 2020. De todos ellos,  2.156 fueron trasplantes autólogos y 1.454 alogénicos. Este segundo tipo de TPH ha aumentado un 10% con respecto a 2020 y un 12% si se compara con 2019.
El objetivo de la nueva guía es ofrecer al paciente una herramienta que le permita estar activo durante todo el proceso terapéutico.


Entrenamiento globalizado 

En la fase previa al ingreso se tiene  en cuenta si se trata de una persona sedentaria o entrenada y ofrecerle pautas para llegar en las mejores condiciones al trasplante, y mantenerlas en el periodo del ingreso hospitalario y en el poshospitalario. «Se trata de diseñar y adaptar tratamiento y entrenamiento en cada uno de los pacientes. De entrada, se sabe que el ejercicio físico es seguro, según los datos de la Sociedad Americana de Medicina del Deporte«, indica Chamorro

Para Anna Suredapresidenta de GETH y de la Sociedad Europea de Trasplante Hematopoyético, el ejercicio físico o actividad física reporta una «mejoría multifactorial ya que beneficia al aparato respiratorio, cardíaco, cutáneo, muscular… Sin embargo, la progresión y el mantenimiento en estos pacientes han de tener objetivos realistas, ir progresivamente para recuperar la actividad pretrasplante«. 

«Durante el ingreso, y sobre todo en trasplante alogénico, el paciente que está todo el día acostado, denota más cansancio al alta, hecho que puede influir incluso en los resultados finales a largo plazo en lo que se refiere a calidad de vida general», considera María Jesús Pascualdirectora del Programa de TPH y Terapia Celular del Hospital Regional de Málaga.

Aunque es complejo cuantificar las mejorías de los que se mantienen activos frente a los que no, ya que los metaanálisis más grandes se han realizado con entre 700- 1.000 pacientes, Chamorro insiste en las mejorías se producen, pero hay que tener en cuenta siempre el tipo de proceso hematológico, su tratamiento y el estado general del paciente, entre otros factores. 


¿Y los que reciben CAR-T?

Sobre si los efectos positivos de la actividad física en los TPH sería extrapolable a los pacientes que reciben terapia celular con CAR-T, los especialistas consideran que ‘a priori’ y en líneas generales sí sería posible, aunque habría que tener en cuenta las toxicidades neurológicas de las CAR-T.


«Las toxicidades asociadas son distintas, pero podría ser beneficioso teniendo en cuenta que las estrategias en trasplante alogénico, sobre todo, suelen ser más agresivas, aunque todos los programas diseñados para la adecuación física mejoran la capacidad de respuesta terapéutica«, indica Sureda quien ha dejado entrever la posibilidad de desarrollar otra guía de ejercicio terapéutico para pacientes que reciben CAR-T


En este sentido, Pascual matiza que en el caso de los pacientes CAR-T, «muy tratados y en los que el tratamiento nuevo se lleva a cabo de una forma hiperápida, tal vez, el diseño de su actividad física sería ‘a posteriori’ y no de forma previa a la terapia«. «En estos casos, puntualiza Chamorro, se precisaría probablemente un programa híbrido en el que se conjugaría ejercicio e intervención de fisioterapia, según el estado y necesidades del paciente y teniendo en cuenta la neurotoxicidad». 


Equipararnos a Europa

Sobre la reciente incorporación de los nuevos 14 centros autorizados para llevar terapia CAR-T en EspañaMaría Jesús Pascual, cuyo hospital, el Regional de Málaga se ha incorporado a esta nueva lista, ha mostrado su satisfacción -«estamos calentando motores para poner en marcha la estrategia»-, ya que supone un «avance para Málaga y para Andalucía».


Más crítica, aunque con similar emoción, se ha mostrado Anna Sureda. A pesar de que reconoce que esta segunda ola de acreditaciones mejora la accesibilidad del paciente a estos tratamientos y distribuye de forma más homogénea los centros acreditados CAR-T en la geografía española y con respecto a su población, considera que aún estamos lejos de la situación de países como Reino Unido, Francia, Alemania o Italia, con los que España ya estaba anteriormente en clara desventaja. 
«Esta segunda ola de acreditaciones intenta equiparar centros y sus poblaciones, tal y como ocurre en otros países europeos, pero aún no nos sitúa en el mismo puesto«. 


El tratamiento con CAR-T es muy novedoso y requiere de un abordaje multidisciplinar con la presencia e incorporación de profesionales especializados en neurología, inmunología, farmacia hospitalaria, entre otros, para «aprender aspectos nuevos, desde luego. Pero en España esta terapia puede realizarse de forma adecuada en más centros. Tenemos que ir a por la tercera, como en Reino Unidos, y a por la cuarta ola de acreditaciones. Y ello puede ser en un futuro no lejano», considera Sureda. 

Fuente: Diario Médico
Raquel Serrano. Madrid 


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