El irlandés afincado en Gijón que sustenta cuatro escuelas en Malawi con Mary’s Meals, el último «Princesa» de la Concordia.

Paul Griffin y su mujer, Eve Fernández López, en su último viaje juntos a Irlanda.

Anotación de Teresa Regueiro

La Dra. Esther González es la encargada del MIELOMA MÚLTIPLE y jefa de servicio de hematología en funciones en el Hospital de Cabueñes de Gijón. Desde allí ejerce su profesión de una manera afectuosa y delicada hacia sus pacientes , involucrándose totalmente para que convivir con el mieloma pueda llegar a ser algo asumible para todos: no solo trata la enfermedad, también se ocupa de la nutrición de sus pacientes, del ejercicio que pueden realizar, de cómo se encuentran emocionalmente, todo dulzura y comprensión. Yo le digo que es como un médico de atención primaria, pero del MIELOMA MÚLTIPLE, se ocupa de todo y merece ser reconocida por ello, sus pacientes lo agradecerán.


Artículo Escrito por A. Rubiera para el diario La Nueva España


«Cuando supe que les habían concedido el galardón pensé en mi mujer y en todo lo bueno que tiene un proyecto en el que con tan poco se puede hacer tanto», afirma Paul Griffin.


“Mi relación con Mary’s Meal empieza con una mala noticia… una mala noticia que se convirtió en mucho amor».

Paul Griffin (El irlandés afincado en Gijón)

Es así como Paul Griffin, irlandés afincado en Asturias desde hace más de tres décadas, inicia su relato sobre su vinculación con la organización que esta semana recibía el galardón «Princesa de Asturias» de la Concordia. El premio que ha cerrado la lista de galardonados por este año y que ha ido a parar a Mary’s Meals (Las comidas de María), una entidad fundada en el 2002 que ofrece más de dos millones de comidas a niños y niñas de los países más pobres, siempre que esa comida diaria se ofrezca a los menores en las escuelas. Lo que lo convierte en un proyecto contra el hambre y una iniciativa perfecta de escolarización.

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El Irlandés Afincado En Gijón Que Sustenta Cuatro Escuelas En Malawi Con Mary's Meals, El Último "Princesa" De La Concordia. | El Irlandés Afincado En Gijón | 2024



La Peor Noticia

Volvamos a la mala noticia. Esa tenía lugar hace unos 10 años. Justo cuando Paul y su mujer Evelina «Eve» Fernández López preparaban las maletas para salir con sus hijos de su casa de Gijón con rumbo vacacional hacia Málaga, localidad natal de Eve. «Llevaba unos días cansada y el médico de cabecera le había pedido unas analíticas. Cuando fuimos a recoger los resultados nos mandó directamente a Cabueñes, a Hematología. Y allí nos recibió una médica, Esther González, que nos dijo lo peor que podíamos oír. Eve tenía cáncer, un mieloma. Y la esperanza de vida era de cinco años», relata su viudo con emoción.

Aquellas vacaciones las pasaron prácticamente en Cabueñes, afrontando una enfermedad que llevó a sus vidas a una médica «magnífica. Esther. Una mujer preciosa. Que desde el principio nos trató con mimo, con delicadeza, a la que vimos darlo todo por sus pacientes durante años. Y que nos ayudó a afrontar la enfermedad sin escatimar nada», apunta Griffin.

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El Irlandés Afincado En Gijón Que Sustenta Cuatro Escuelas En Malawi Con Mary's Meals, El Último "Princesa" De La Concordia. | El Irlandés Afincado En Gijón | 2024



Paz y rosas en Medjugorje

Un día Eve le planteó a Paul la posiblidad de hacer un viaje al santuario mariano de Medjugorje en Bosnia. Por alguna razón le apetecía la escapada. «Y allí nos fuimos. Fueron unos días preciosos y de grandes recuerdos. En un momento dado estábamos sentados admirando el paisaje y a mi mujer se le iluminó la cara. Me dijo ‘Paul, qué bien huele a rosas. ¿No lo hueles?’. Y ciertamente yo no lo olía. Luego me dijo que no había sentido tanta paz en toda su vida. Siempre creeré que aquella visita nos dio la fuerza para soportar todo lo que vendría después».

Medjugorje les tenía reservado algo más. También Magnus MacFarlane-Barrow, el fundador de Mary’s Meals, tenía una historia familiar vinculada al santuario bosnio. Y por eso, en un rincón de Medjugorje había un local donde se hacían voluntarios para colaborar con la organización. «Vimos el local y Eve quiso saber a qué se dedicaban. Así supimos que por 18 euros al año –eso costaba por entonces, hoy son 22 euros–, que nos pareció una rididulez, podías costear la alimentación en la escuela durante un año de un niño o una niña de zonas muy pobres. Mi mujer se entusiasmó con la idea», rememora Paul. Porque Evelina había sido profesora en Málaga y «tenía un amor por los niños extraordinario. Era muy querida por sus alumnos y siempre le preocupaba especialmente la educación de las niñas. Y más aún en zonas tan empobrecidas como esas comunidades que ayuda Mary’s Meals. Allí un niño que no come pasa hambre; una niña que no come, como decía siempre Eve, además corre el gran peligro de que su familia la case joven y eso puede ser su condena de por vida», añade Paul Griffin.

Así empezó una colaboración anual del matrimonio con la organización, pagando la cuota correspondiente «porque el océano está lleno de pequeñas gotas y cada uno podemos hacer algo, aunque sea mínimo, por cambiar este mundo injusto», sostiene este entusiasta irlandés.

Eve falleció en noviembre de 2019, a los 59 años, y su viudo aún siente que los últimos meses de la enfermedad «fueron los mejores. Nunca quise a nadie tanto como a Eve; y nunca la quise más que entonces». Fueron tiempos en los que Paul, que viajaba casi 150 días al año por su trabajo en una gran empresa de suministros médicos –MBA, de la que era cofundador–, optó por afincarse en casa para estar al pie de su esposa. La muerte de Evelina fue otra demostración de amor que aún tiene en la retina su viudo. «En la iglesia de La Asunción no cabía nadie más; y en Málaga tuvimos que hacer un segundo funeral que estuvo también a rebosar. Fue increíble».



Cofundador de MBA

Vivencias que llenaron de gratitud el corazón de Paul Griffin y de su familia: «No sabía cómo hacer, pero de alguna manera tenía que devolver una parte de este amor que había generado Eve». Se añadía, además, una buena situación económica ya que poco después de la muerte de su mujer, «vendimos la empresa a un fondo sueco. Fue una venta muy buena tanto en lo económico como en el empleo y la proyección de la firma y como yo había sido cofundador cobré un buen dinero», reconoce.

En esas andaba Paul Griffin cuando de forma providencial recibió una llamada de Marta Manen, directora ejecutiva de Mary’s Meals España. «Me dijo que había un problema con mi tarjeta de crédito porque estaba caducada y habían devuelto el recibo anual. Quería saber si seguía interesado en mantener la colaboración o quería interrumpirla…».

Algo más debió de haber en aquella llamada. «Marta empezó a hablarme y la conexión fue total. Fue como si Eve me estuviera diciendo lo que había que hacer», recuerda Griffin. «Le dije: Marta, quiero hacer más. Cuéntame que proyectos tenéis»… Así supo del intento de la organización por abrir cuatro escuelas más en unas zonas muy deprimidas de Malawi. Cada una con 750 alumnos. Y Paul no tardó en reaccionar. Quería hacerse cargo de los cuatro colegios. «¿De todos? Eso son 3.000 alumnos…» le dijo Manen. «De todos», confirmó Paul Griffin.

Por eso en Malawi hay cuatro escuelas que tienen carteles que recuerdan a Eve, a Paul y a sus hijos. Y en Gijón hay una familia que tiene fotografías de unos niños africanos muy sonrientes sosteniendo carteles que dicen «Gracias Eve», «Gracias Paul».

Cuando Paul Griffin supo esta semana que Mary’s Meals era el nuevo premio «Princesa» de la Concordia, la satisfacción que sintió fue total. «Pensé en Eve, en nuestra historia de amor que se convirtió en una historia de amor hacia otros. En todo lo bueno que tiene un proyecto en el que con tan poco se puede hacer tanto. Y pensé en cuántas niñas se habrán librado de un matrimonio precoz», añade Paul. Y concluye su relato a la periodista: «No sé si te lo dije, pero esto es una historia de mujeres? De María -origen de Mary’s Meals-, de Eve, de Esther y de Marta».

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