El riesgo de cáncer secundario asociado a CAR-T es muy bajo.

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Un estudio en ‘NEJM’ confirma la baja probabilidad de que la inmunoterapia celular derive en un linfoma de células T.

Sonia Moreno Madrid | DIARIO MÉDICO

El riesgo de desarrollar un cáncer sanguíneo secundario asociado a la terapia con células CAR-T es muy bajo. Los beneficios de emplear este tratamiento indicado en pacientes con linfoma, leucemia o mieloma múltiple superan con creces la escasa probabilidad de desarrollar el efecto secundario, según vienen reiterando los especialistas implicados en este tratamiento. Hoy también lo confirma un estudio llevado a cabo en la Universidad de Stanford, en California, y cuyas conclusiones publica esta semana The New England Journal of Medicine (NEJM).

El pasado noviembre, la agencia del medicamento estadounidense FDA emitió una advertencia sobre un riesgo de cánceres secundarios que podían estar causados por la terapia CAR-T, una inmunoterapia celular que ha aumentado la supervivencia de forma significativa en pacientes con ciertos cánceres hematológicos. Entre los más de 30.000 enfermos tratados en Estados Unidos con las CAR-T, se han notificado unos 25 casos de cáncer de célula T supuestamente asociados a la terapia, una cifra que en sí misma denotaría débil relación, pero que se está investigando exhaustivamente. 

En el estudio que aparece hoy en NEJM, los investigadores han analizado 724 pacientes que recibieron la terapia CAR-T en su centro. Los autores informan de una incidencia relativamente baja de cánceres secundarios, en consonancia con datos anteriores: cerca del 6,5% a lo largo de tres años de seguimiento de mediana, un riesgo similar al que asocia el trasplante de células hematopoyéticas. Tan solo una persona falleció por el cáncer de células T, motivo por el cual se estudió en detalle. Se trataba de una mujer de 59 años que desarrolló el linfoma de células T positivo para el virus de Epstein-Barr a los 54 días de recibir la infusión de CAR-T dirigidas a CD19 para tratar su linfoma B difuso de células grandes (LBDCG).



SIN RELACIÓN CAUSAL

Cabe destacar que el LDCBG y el linfoma de células T compartían idénticas mutaciones (DNMT3A y TET2), y que no se hallaron indicios de integración del vector CAR en el linfoma de células T, lo que sugiere que este segundo cáncer no estaba directamente relacionado con la terapia celular. De hecho, los autores sugieren que probablemente se debió a la inmunosupresión causada por la terapia con células CAR-T, más que a las propias células CAR-T: el sistema inmunitario debilitado permitió que las células cancerosas preexistentes, pero no detectadas previamente, crecieran de forma explosiva en el paciente.

“Estos resultados pueden ayudar a los investigadores a centrarse en la supresión inmunitaria que puede preceder y a menudo sigue a la terapia con células CAR-T”, afirma David Miklos, uno de los autores principales del estudio. “El estudio podría servir de modelo para captar y caracterizar los resultados de las terapias CAR-T, de modo que podamos desarrollar una comprensión muy clara de sus riesgos y beneficios”, añade el también autor principal Ash Alizadeh. «Se trata de terapias que salvan vidas y conllevan un riesgo muy bajo de cánceres secundarios. El reto estriba en cómo predecir qué pacientes corren más riesgo y por qué”.

EN MIELOMA MÚLTIPLE

En otro estudio independiente que también se publica en NEJM, investigadores del Centro Médico de la Universidad de Georgetown, en Washington, describen el caso de otra paciente, una mujer de 71 años que también desarrolló un linfoma de célula T a los cuatro meses de recibir las células CAR-T dirigidas a BCMA para trata su mieloma múltiple. En esta ocasión, sí se detectó una integración del vector CAR en las células del cáncer secundario, lo que sugiere la relación causal. El caso clínico, explica el primer autor del estudio, Metin Ozdemirli, “describe un acontecimiento poco frecuente en una paciente que recibió la terapia CAR-T y proporciona información muy útil para los médicos que tratan a pacientes con esta estrategia. Armados con nuestros conocimientos, los médicos pueden estar atentos a condiciones similares y potencialmente detectar tumores secundarios antes y manejarlos mejor».


En un editorial del NEJM donde se comentan ambos trabajos, Emily Mitchell y George S. Vassiliou, ambos de la Universidad de Cambridge, destacan que “los datos disponibles sugieren que el riesgo de un segundo cáncer no es mayor de lo esperado entre los pacientes con una exposición previa sustancial a la quimioterapia”. No obstante, concluyen que dada la escasez de datos de resultados a largo plazo y la continua evolución de las células CAR-T y otras terapias celulares, “el riesgo de segundos cánceres inducidos por CAR debe seguir siendo objeto de un estrecho escrutinio”.
En un editorial del NEJM donde se comentan ambos trabajos, Emily Mitchell y George S. Vassiliou, ambos de la Universidad de Cambridge, destacan que “los datos disponibles sugieren que el riesgo de un segundo cáncer no es mayor de lo esperado entre los pacientes con una exposición previa sustancial a la quimioterapia”. No obstante, concluyen que dada la escasez de datos de resultados a largo plazo y la continua evolución de las células CAR-T y otras terapias celulares, “el riesgo de segundos cánceres inducidos por CAR debe seguir siendo objeto de un estrecho escrutinio”.

Sonia Moreno Madrid | DIARIO MÉDICO

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