El oncólogo que lo sabe todo sobre las células: «En el siglo XXI envejecer se convertirá en una enfermedad reversible»
Escrito por RICARDO F. COLMENERO en el El Diario El Mundo
Siddhartha Mukherjee
Siddhartha Mukherjee se adentra en los misterios de estas unidades diminutas que forman todos los organismos vivos complejos en busca de claves sobre el cáncer, el envejecimiento y hasta la vida extraterrestre. «Su arquitectura celular nos resultará familiar», sostiene.
Al microscopio Siddhartha Mukherjee (Nueva Delhi, 1970) está compuesto de 37,2 billones de células. Lo último que ha hecho con ellas este oncólogo, biólogo y doctor en medicina por Harvard es publicar La armonía de las células (Debate), la melodía de nuestro yo más minúsculo.
La sinfonía va desde su obertura en octubre de 1837, cuando el botánico Matthias Schleiden y el zoólogo Theodor Schwann compartieron sobre una cena su teoría de que todos los animales y las plantas tenían en común las mismas microescructuras, hasta la coda de la Ciencia contemporánea, con la fecundación in vitro o el Covid-19 como protagonistas. Este oncólogo sabe que basta sólo una célula para que nazca el supervillano que le valió la fama y el Pulitzer: El emperador de todos los males: Una biografía del cáncer (Debate, 2014). Pero también para destruirlo.
Theodor Schwann compartieron sobre una cena su teoría de que todos los animales y las plantas tenían en común las mismas microescructuras, hasta la coda de la Ciencia contemporánea, con la fecundación in vitro o el Covid-19 como protagonistas
Amanecemos con Mukherjee por videoconferencia desde su apartamento en Nueva York. Durante la entrevista hace visitas a la cocina. Es el típico científico descuidado y despeinado como si acabara de levantarse con la misma ropa con la que durmió sobre un huracán, soñando que clonaba un dinosaurio o le reclutaba la NASA para desmenuzar el cadáver de un alienígena.
Entrevista
P. Es ponerse a ver las estadísticas y no saber si hay más cáncer que hace cien años o simplemente que ahora lo vemos.
R. Las dos cosas son ciertas. Una gran parte de la población mundial vive más año, especialmente en Europa, Estados Unidos, Japón. La esperanza de vida se ha disparado los últimos 50 años, y el cáncer es una enfermedad relacionada con la edad, por lo que a medida que la población envejece habrá más y más. Pero también lo estamos detectando antes porque la gente es más consciente y hay métodos más eficaces para luchar contra él. Hay algunos tipos de cáncer cuya incidencia ha disminuido mucho, como el de estómago o el de pulmón por una disminución del tabaquismo. Y otros están aumentando, como el de esófago y otros relacionados con la edad.
P. ¿Veremos este siglo el final del cáncer o al menos el final de su devastador currículum?
R. De algunos tipos de cáncer, sí. Ya estamos viendo cambios importantes, en el de mama, por ejemplo, han sido notables: cirugía, radiación, nuevas terapias dirigidas, nuevas quimioterapias, nuevos protocolos para administrar la terapia. Pero otros siguen siendo extremadamente difíciles de tratar, como el de páncreas, el de hígado. Es muy difícil hablar del cáncer en general, cada uno tiene sus propios cambios epidemiológicos y demográficos, algunos basados en cosas que sabemos, y otros en cosas que no sabemos.
P. Es que ahora parece que todo provoca cáncer, el aire, la comida, los productos cosméticos, si te pones la lista es infinita, incluso hay quien defiende que en realidad sólo está demostrado la causa del tabaco.
R. No es verdad, ahora tenemos la evidencia de una gran cantidad de agentes cancerígenos, ahora llamados carcinógenos. Ahora bien, en términos muy generales, hay dos formas de detectarlos, una epidemiológica, observando las poblaciones y sus exposiciones, así es como se descubrió que fumar es un factor de riesgo. Y la otra es la toxicológica, que utiliza métodos de laboratorio para encontrar cosas que causan cambios en los genes. Hay una evidencia reciente, muy buena, de una publicación de la Universidad de Cambridge, que demuestra que partículas pequeñas del aire que no causan cáncer, en el sentido de provocar cambios en el ADN, causan una inflamación que es como un hogar confortable para que las células cancerosas crezcan. Hay que mirar muy profundamente por qué. Estamos en medio de ese ejercicio. El cáncer es una de las cosas más apasionantes que están sucediendo en la ciencia en este momento.
P. En definitiva, que no escaparemos del cáncer simplemente por ser seres humanos.
R. Exacto.
Nacemos de una célula y cuando morimos, al menos médicamente, resulta que hay millones que todavía siguen vivas, parte de nuestro yo sobrevive en la sangre hasta dos días y medio, y medio mes en nuestros músculos.
P. Tiene que reconocer que es una idea perturbadora.
R. Bueno, puede ser perturbador, pero es solo una característica de la vida. ¿Qué más quieres que te diga? Los seres humanos nos definimos como criaturas con cerebro. La definición de muerte es cuando cesa la actividad cerebral. La definición de muerte celular es cuando las células ya no están activas metabólicamente y eso no sucede al mismo tiempo. Para un filósofo podría ser un enigma pero para un biólogo no lo es.
¿Y qué pasa con esas células muertas? «Podríamos decir que todo el ecosistema de los seres vivos está conectado por una red de relaciones y, hasta cierto punto, por la desaparición del yo diferenciado», cuenta Siddhartha en el capítulo titulado La célula tolerante. «Un cuerpo humano y un árbol, y el pájaro que habita en ese árbol, por ejemplo, están ligados por esa clase de redes -redes que los ecologistas solo están empezando a entender-. El pájaro come la fruta de un árbol y disemina los huesos a través de sus heces; el árbol, por su parte, le proporciona un lugar donde posarse. No es invasión, insisten los ecologistas. Es interconectividad».
En el capítulo titulado La célula reparadora, el investigador explica: «En algunos órganos, los daños superan a la reparación. En otros órganos, la reparación se produce al mismo ritmo que los daños. En otros, existe un delicado equilibrio entre un ritmo y otro. En su estado de equilibrio, el organismo parece mantenerse suspendido en la estabilidad. No hagas nada, quédate quieto. Pero quedarse quieto no es algo estático, sino un proceso frenéticamente activo. Lo que parece «quietud» es, de hecho, una guerra dinámica entre estos dos ritmos en pugna. Como escribió Philip Larkin, «Al morir uno se rompe: / los pedazos que uno era / empiezan a dispersarse velozmente para siempre / sin testigos»».
En el siglo XXI afrontaremos la idea de que envejecer es una enfermedad potencialmente reversible.
La historia de nuestras células
El hinduismo cree en la reencarnación pero, a pesar de sus orígenes, Siddhartha no. La historia de nuestras células, sin embargo, es una historia de continua reencarnación, lo que invita a pensar si algún día la ciencia permitirá que podamos reencarnarnos en nosotros mismos para siempre, y que la muerte sea sólo una opción. «La respuesta rápida es sí. Hay células en nuestro cuerpo que podrían vivir para siempre. Las personas que viven más de 100 años, curiosamente, no mueren de cáncer o ataques al corazón, mueren de fallos regenerativos, de la incapacidad de ciertos órganos de regenerarse a sí mismos, como la sangre, las células inmunes, el cartílago óseo, las células del sistema nervioso. Estas células no se regeneran solas, y aunque hayan escapado a la muerte por causas comunes como el cáncer y las enfermedades del corazón, mueren por un fallo regenerativo. Este es un enigma muy interesante. Si regeneramos estas células, ¿hasta dónde podríamos prolongar la vida humana y cómo sería esa vida? Obviamente, no sabemos la respuesta, pero es una pregunta muy provocativa que podemos empezar a hacernos. No creo en lo que podría llamarse una comprensión estándar de la inmortalidad, pero sí creo que manipular células nos permitirá en un futuro cercano prolongar la vida. Y esto causa también toda una serie de cuestiones éticas y filosóficas. ¿Quién puede permitírselo? ¿Será igualitario?
P. ¿Y cuánto tiempo más tendríamos?
R. La pregunta es: ¿Es el envejecimiento una enfermedad? A medida que avanza la sociedad, creo que tenemos que comenzar a cuestionarlo. Hace 50 años nadie habría dicho que el envejecimiento es una enfermedad. En el siglo XXI afrontaremos la idea de que el envejecimiento es una enfermedad potencialmente reversible, y eso trae consigo una serie de preguntas filosóficas. Mi opinión es flexible, se mueve en el tiempo. ¿Hay sufrimiento involucrado? Si lo hay, llegará un punto en el que las personas no lograrán cumplir con sus expectativas.
El Covid no fue solo la historia de un virus, fue una historia sobre el comportamiento humano.
¿Cómo será el primer alienígena que descubramos?
Decíamos antes que Mukherjee parecía un científico reclutado para desmenuzar el cadáver de un alienígena. Y ya puestos, se lo preguntamos: ¿Cómo será el primer alienígena que descubramos? «Casi seguro que tendrá algunas estructuras que parecen células, y eso es porque las leyes de la física, la química y la termodinámica hacen que sea muy difícil crear organismos grandes y complejos sin ellas. Es una forma en la que vida no solo se crea, sino que continúa. Así es que estoy casi 100% seguro de que si alguna vez nos encontramos con otro ser vivo de otro lugar, habrá algún tipo de arquitectura que se parecerá a las células. Puede que no sean nuestro tipo de células, pero la arquitectura nos resultará familiar porque se rige por las mismas leyes que rigen todo el universo.
Y justo cuando creíamos conocer la biología celular del sistema inmunitario, en el momento en el que más seguros nos sentíamos, un pie empujó a los científicos a los abismos del averno, arranca su capítulo dedicado al Covid-19. Todo lo que el virus preguntaba a la ciencia, la ciencia ya no tenía la respuesta: «No lo sabemos, no lo sabemos, no lo sabemos…. Tuvimos que admitirlo con una monotonía humillante, enloquecedora«.
P. Dice la OMS que la próxima será peor.
R. Si no estamos hipervigilantes habrá otra pandemia. Es muy difícil de predecir si será peor o mejor porque depende de múltiples factores: de cuán infeccioso sea, del tipo de patología, de lo rápido que podamos vacunarnos. También de cómo se comporte el ser humano. Hay virus que hubieran sido pandemias que hemos logrado detectar y contener bastante temprano. Mi consejo general es mantenerse muy atento. Ahora tenemos herramientas extremadamente valiosas para mirar el mundo y comprender el movimiento de las pandemias. Muchos de los errores que experimentamos durante el COVID fueron humanos. Si la vigilancia hubiera funcionado correctamente, el Covid podría haber sido una historia muy diferente. La historia de Covid no es solo una historia de la biología del virus, también es una historia del comportamiento humano y del fracaso de las instituciones para contener algo que podría haber sido contenido en su etapa inicial.
P. Aquí en España hemos sido muy críticos con las autoridades: falta de información, de preparación, de medios, crueldad con las personas mayores. ¿Ocurrió lo mismo en el resto del mundo?
R. El patrón de fracaso de la toma de decisiones humanas fue evidente en todo el mundo. Este virus podría haber estado contenido en su origen en China. Había mucha información que se ocultó y que habría podido evitar la pandemia. Sin vigilancia siempre existe la oportunidad de que surjan nuevos virus y nuevas cepas que causen estragos. El Covid nos ha alertado sobre esa idea y creo que es importante tomarla muy en serio.
P. ¿Estamos más preparados para la próxima?
R. Creo que no estamos lo suficientemente preparados. Diría que en una escala de 0 a 10 estábamos en un nivel 2 durante el Covid, y ahora estamos en 3 o 4. Necesitamos un nivel 8 o 9 para estar adecuadamente preparados.
Escrito por RICARDO F. COLMENERO en el El Diario El Mundo
EL MIELOMA AHORA MISMO (Parte 1)